Mi narrativa respecto a la competencia lingüística
en la clase de Formación Profesional es peculiar a la vez que interesante. Por
este motivo, quiero comenzar la descripción de la clase profundizando en
ciertos aspectos obviados en el marbete que incluye la descripción formal del
centro; pues en este caso concreto tenemos lo que antaño se denominaría PQPI,
incluyendo un grupo reducido de alumnos –aquí son todos hombres entre 17 y 20
años- de distintas procedencias –Denia, Pedreguer, Benissa, Jávea, India y
Ucrania- y cuyas expectativas académicas evidencian un futuro poco prometedor.
Como consecuencia, las exigencias en cuanto al
desarrollo de la competencia en comunicación lingüística serán distintas a las
exigidas en Bachillerato. Sin embargo, de esta perspectiva nace la satisfacción
de enfrentarte a otro tipo de currículo (menos ortodoxo, se podría decir),
trabajarlo y atender a sus características y funcionamiento.
A la hora de realizar la actividad, he decidido
reseñar la referida al texto argumentativo y su naturaleza que realizamos en la
clase de Castellano/Valenciano el jueves 29 de febrero. Los objetivos de la unidad
didáctica señalada consisten en llegar a un razonamiento común entre los
alumnos acerca de la utilidad e importancia de los textos argumentativos, así
como su capacidad pragmática en su situación comunicativa cotidiana. Para ello,
en primer lugar, explicamos brevemente los conceptos relativos a un texto
argumentativo como su descripción, la finalidad, ejemplos de argumentación, tipos
de argumentos... para, posteriormente, mostrar ejemplos prácticos de discursos
argumentativos vistos en arte, política, periodismo, publicidad, etc. desde los
cuales extraigan una intención argumentativa los alumnos. Además, el docente
entrega una plantilla con situaciones argumentativas que tendrán que
desarrollar también los alumnos.
Por esta razón, se deduce que los contenidos propios
a la finalidad del discurso argumentativo y los distintos tipos de argumentación
han sido asimilados durante la primera parte de la actividad. No obstante, a
raíz de las dificultades que impone la pertenencia a otras culturas o la falta
de agilidad con el empleo del castellano, el aula experimentaba complicaciones
a la hora de distinguir únicamente los tipos de argumentación y no la finalidad
de un texto argumentativo. Por ejemplo, resultaba más fácil localizar tanto el
texto que portaba una carga argumentativa como localizar la argumentación
proporcionada por el emisor de dicho discurso que, en cambio, distinguir
claramente si en la argumentación se estaba haciendo un uso de una falacia de
autoridad o de un contraargumento.
Por lo que se refiere a proceso de aprendizaje,
puedo afirmar la asimilación de dichos contenidos y su uso práctico en una
situación comunicativa real que pude evaluar mediante ejercicios tanto orales
como por escrito. Alguna evidencia de esta consecución de objetivos podría ser
el ejercicio realizado, donde se mostraba el anuncio de una famosa marca que
trataba de sugestionar al receptor del mensaje argumentativo, el cual fue
resuelto por el alumnado sin la ayuda del docente.
Cabe reforzar la idea de que comprenden los
conceptos lingüístico-comunicativos al realizar un ejercicio donde el alumno
debía aportar una argumentación ante un suceso diario (por qué no ha llevado la
tarea a clase, no ha hecho labores domésticas esta semana en casa o rendir
cuentas con la autoridad); que fue resuelto con buen ritmo. En tal caso, la
dificultad a la hora de alcanzar los objetivos la presentaron los alumnos
extranjeros (uno ucraniano y otro indio) principalmente por motivos culturales,
pero también por motivos lingüísticos, como comentaba anteriormente. En el caso
de nuestro alumno indio, por ejemplo, le era más costoso ambientarse en la
situación descrita ante un policía (el vocabulario puede resultar complicado:
autoridad, sanción, nivel acústico...) donde tiene que argumentar la falta de
homologación de una pieza en su moto.
Como venía diciendo en la introducción de esta
narrativa, el nivel de exigencia a este curso pudiera ser distante de un
Bachillerato, sin embargo, considero posible la profundización de los alumnos
en un tema como es el texto argumentativo. En el hipotético caso de continuar
con aquella unidad didáctica, incidiría en los tipos de argumentación que
existen, pues al reconocer y ser conscientes de la amplia perspectiva que se
puede atender en una argumentación, el alumno va a ser capaz de deducir el
carácter del mensaje que está siendo transmitido, es decir, considero que es
importante (a nivel pragmático) que el alumno sea capaz de distinguir el
contexto y el receptor de la argumentación e incluso sea capaz de componer
cohesionada y coherentemente un discurso capaz de sugestionar a un receptor. A
la hora de enfrentarme a los impedimentos que presentan los alumnos
extranjeros, considero que se reduciría la dificultad si gozaran de una
instrucción personalizada o al margen de un grupo capaz de entender y
expresarse en un idioma oficial correctamente. Para ello, se podría ofrecer
vocabulario antes de adentrarnos en las situaciones trabajadas o un precedente
cultural cuando estuvimos viendo discursos argumentativos en política,
publicidad, arte y sociedad.
Por último, antes de concluir esta narrativa, voy a
detenerme en el empleo de las nuevas herramientas que facilitan el
desarrollo-aprendizaje de las competencias lingüísticas en el aula. En este
caso, el centro en cuestión pertenece a un ámbito social medio-bajo, por lo que
los recursos tecnológicos se reducen a proyector, ordenador, pizarra, boli y
papel. A pesar de esto, en nuestro particular bolsillo de Doraemon -que es
Internet- hemos podido encontrar las herramientas adecuadas: la plataforma
YouTube ha sido clave a la hora de visualizar spots publicitarios, discursos
orales y situaciones comunicativas de la que agradezco el apoyo visual tan
valorado hoy en día por el alumnado, pero también han sido de cierta ayuda los
periódicos digitales que me han aportado textos adecuados al momento y las
características de los alumnos.
Con esto, podría afirmar el uso de las TIC en el ula de Lengua y Literatura. Sin embargo, la red virtual que se extiende en Internet es vastísima, con la sensación de ser una base de datos inagotable en la que el docente se ve obligado a abastecerse para adaptarse a las nuevas situaciones escolares. Por lo tanto, las TIC intuyen un futuro insólito y fascinante para la escuela, en general, y el cuerpo docente.
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